El pasado lunes 1°
de mayo de 2017, en Santiago se vivieron dos actos, dos realidades.
Una, la de la
cúpula CUT, sus funcionarios y sus políticos corruptos en asiento preferencial,
dejando claro que son ellos (los dirigentes políticos) quienes les manejan;
acto con amplia cobertura de TV y periodistas al servicio del empresariado y
del Gobierno.
Por otra parte, al
otro costado de Santiago, el acto independiente, de carácter familiar,
convocado por el COMITÉ DE INICIATIVA DE UNIDAD SINDICAL, CIUS, cuya vocera es
la dirigente Isolina Acosta, y que -pese a no tener cobertura de prensa ni
financiamiento- reunió a miles de trabajadores y trabajadoras. Durante dicho
acto, fueron gaseados, mojados y apaleados, y la orden fue del Gobierno;
Carabineros no se manda solo, su ley orgánica es clara.
Fue un acto
independiente, creativo y multitudinario; precisamente por ello, le agreden o
silencian.
Por el contrario,
la cúpula CUT es parte de un grupo y de un régimen de Gobierno que engaña
sistemáticamente a la clase trabajadora.
Su “reforma
laboral”, ya en su texto presentado el 29 de diciembre de 2014 por el Gobierno
ante el Parlamento, dejó sin tocar el abusivo régimen de subcontratación. En
cambio, impulsó los “pactos de adaptabilidad” (hoy “Pactos sobre condiciones
especiales de trabajo”), que incluían extender la jornada semanal excepcional.
Véase el texto original redactado en La Moneda, que además exigió a los
sindicatos, para ejecutar la huelga, suministrar a los patrones “equipos de
emergencia” y “servicios mínimos”, lo cual hoy es obligatorio.
Siendo dependientes
de sus cúpulas partidarias, es decir, de quienes se acomodaron en La Moneda y
en el Congreso (con dinero la vida se ve diferente, y sus prioridades
“cambian”), está claro que con ellos no puede haber avance.
Y han corrompido y
desfigurado la CUT a tal grado que, aunque otros dirigentes (honestos) lograsen
asumir cargos esenciales en ella, éstos no podrán superar los vicios. Dentro de
ella, otros les harán imposible la tarea, o caerán en lo mismo.
Trabajadores y
trabajadoras requieren una verdadera Central Sindical. Y hay organizaciones que
pueden levantarla.